Salomón: Proverbios escogidos

PROVERBIOS ESCOGIDOS

Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.
Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes,
Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad;
Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes inteligencia y cordura.
Oirá el sabio, y aumentará el saber, Y el entendido adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;
Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello.

Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
Si dijeren: Ven con nosotros; Pongamos asechanzas para derramar sangre, Acechemos sin motivo al inocente;
Los tragaremos vivos como el Seol, Y enteros, como los que caen en un abismo; Hallaremos riquezas de toda clase, Llenaremos nuestras casas de despojos; Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa,-
Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas,
Porque sus pies corren hacia el mal, Y van presurosos a derramar sangre.
Porque en vano se tenderá la red Ante los ojos de toda ave;
Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, Y a sus almas tienden lazo.
Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, La cual quita la vida de sus poseedores.

Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos;
Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán.
Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón;
Y hallarás gracia y buena opinión Ante los ojos de Dios y de los hombres.
Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.
No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;
Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos.
Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos;
Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.
No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección;
Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia;
Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino.
Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.
Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda, riquezas y honra.
Sus caminos son caminos deleitosos, Y todas sus veredas paz.
Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, Y bienaventurados son los que la retienen.
Jehová con sabiduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia.
Con su ciencia los abismos fueron divididos, Y destilan rocío los cielos.
Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo,
Y serán vida a tu alma, Y gracia a tu cuello.
Entonces andarás por tu camino confiadamente, Y tu pie no tropezará.
Cuando te acuestes, no tendrás temor, Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.
No tendrás temor de pavor repentino, Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,
Porque Jehová será tu confianza, Y él preservará tu pie de quedar preso.
No te niegues a hacer el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo.

No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, Y mañana te daré, Cuando tienes contigo qué darle.
No intentes mal contra tu prójimo Que habita confiado junto a ti.
No tengas pleito con nadie sin razón, Si no te han hecho agravio.
No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos.
Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos.
La maldición de Jehová está en la casa del impío, Pero bendecirá la morada de los justos.
Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, Y a los humildes dará gracia.
Los sabios heredarán honra, Mas los necios llevarán ignominia.

Sobre la esposa

Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;
Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como espada de dos filos.
Sus pies descienden a la muerte; Sus pasos conducen al Seol.
Sus caminos son inestables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.
Ahora pues, hijos, oídme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.
Aleja de ella tu camino, Y no te acerques a la puerta de su casa;
Para que no des a los extraños tu honor, Y tus años al cruel;
No sea que extraños se sacien de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;
Y gimas al final, Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo.

Bebe el agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo.
¿Se derramarán tus fuentes por las calles, Y tus corrientes de aguas por las plazas?
Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo.
Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud,
Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?

La mujer insensata es alborotadora; Es simple e ignorante.
Se sienta en una silla a la puerta de su casa, En los lugares altos de la ciudad, para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.
Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo:
Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es sabroso.
Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en lo profundo del Seol.

Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo Es la mujer hermosa y apartada de razón.
Mejor es morar en tierra desierta Que con la mujer rencillosa e iracunda.
Mejor es vivir en un rincón del terrado Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.
La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba.
La mujer virtuosa es corona de su marido; Mas la mala, como carcoma en sus huesos.
La casa y las riquezas son herencia de los padres; Mas de Jehová la mujer prudente.

Sobre el camino recto

El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.
Dios trastornará a los impíos, y no serán más; Pero la casa de los justos permanecerá firme.
Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su pecado.
Él morirá por falta de corrección, Y errará por lo inmenso de su locura.
Abominación son a Jehová los perversos de corazón; Mas los perfectos de camino le son agradables.
Si fueres sabio, para ti lo serás; Y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?

Sobre la boca

Manantial de vida es la boca del justo; Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.
Los sabios guardan la sabiduría; Mas la boca del necio es calamidad cercana.
Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su contentamiento.
En los labios del prudente se halla sabiduría; Mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.
El que anda en chismes descubre el secreto; No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.
El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos.
El que encubre el odio es de labios mentirosos; Y el que propaga calumnia es necio.
Plata escogida es la lengua del justo; Mas el corazón de los impíos es como nada.
El hombre cuerdo encubre su saber; Mas el corazón de los necios publica la necedad.
Los labios del justo apacientan a muchos, Mas los necios mueren por falta de entendimiento.
Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.
Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.
El hipócrita con la boca daña a su prójimo; Mas los justos son librados con la sabiduría.
El labio veraz permanecerá para siempre; Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.
El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.
El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; Mas el hombre prudente calla.
El que anda en chismes descubre el secreto; Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.

Sobre la dirección

La dádiva del hombre le ensancha el camino Y le lleva delante de los grandes.
Misericordia y verdad guardan al rey, Y con clemencia se sustenta su trono.
Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.
El rey con el juicio afirma la tierra; Mas el que exige presentes la destruye.
Del rey que juzga con verdad a los pobres, El trono será firme para siempre.
La justicia engrandece a la nación; Mas el pecado es afrenta de las naciones.
Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; Mas por la boca de los impíos será trastornada.
El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado.
El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio.
En la multitud del pueblo está la gloria del rey; Y en la falta de pueblo la debilidad del príncipe.
El que turba su casa heredará viento; Y el necio será siervo del sabio de corazón.
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría.
A su alma hace bien el hombre misericordioso; Mas el cruel se atormenta a sí mismo.
A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.
Peca el que menosprecia a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.
El impío hace obra falsa; Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme.
Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte.
Tarde o temprano, el malo será castigado; Mas la descendencia de los justos será librada.
Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.
Tener respeto a la persona del impío, Para pervertir el derecho del justo, no es bueno.
Mejor es humillar el espíritu con los humildes Que repartir despojos con los soberbios.
El deseo de los justos es solamente el bien; Mas la esperanza de los impíos es el enojo.
El peso falso es abominación a Jehová; Mas la pesa cabal le agrada.
Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; Pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende.
Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
El que procura el bien buscará favor; Mas al que busca el mal, éste le vendrá.
El justo cuida de la vida de su bestia; Mas el corazón de los impíos es cruel.
El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento.
Sin bueyes el granero está vacío; Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.
En el bien de los justos la ciudad se alegra; Mas cuando los impíos perecen hay fiesta.

Sobre las riquezas

De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro.
Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale más que la plata.
El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas.
Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; Y el desmayo de los pobres es su pobreza.
Más vale el despreciado que tiene servidores, Que el que se jacta, y carece de pan.
Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas.
Mejor es lo poco con el temor de Jehová, Que el gran tesoro donde hay turbación.
No ames el sueño, para que no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te saciarás de pan.

Sobre el corazón

El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas.
La esperanza que se demora es tormento del corazón; Pero árbol de vida es el deseo cumplido.
El deseo cumplido regocija el alma; Pero apartarse del mal es abominación a los necios.
Engaño hay en el corazón de los que piensan el mal; Pero alegría en el de los que piensan el bien.
El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.
El corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos.
El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?
El corazón alegre hermosea el rostro; Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.
Todos los días del afligido son difíciles; Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.
Del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, Y antes de la honra es el abatimiento.
El corazón conoce la amargura de su alma; Y extraño no se entremeterá en su alegría.
Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte. Aun en la risa tendrá dolor el corazón; Y el término de la alegría es congoja.

Sobre La disciplina

El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.
Camino a la vida es guardar la instrucción; Pero quien desecha la reprensión, yerra.
El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; El que reprende al impío, se atrae mancha.
No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te amará.
Da al sabio, y será más sabio; Enseña al justo, y aumentará su saber.  
La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor. 
Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.
Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman.
El que cubre la falta busca amistad; Mas el que la divulga, aparta al amigo.
Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.

Proverbios populares

Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado.
Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido.
Mejor es un bocado seco, y en paz, Que casa de contiendas llena de provisiones.
En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, Y después de hacerlo, reflexionar.
Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.
El perezoso no ara a causa del invierno; Pedirá, pues, en la siega, y no hallará.
El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído.
La dádiva en secreto calma el furor, Y el don en el seno, la fuerte ira.
El que sembrare iniquidad, iniquidad segará, Y la vara de su insolencia se quebrará.
El que cava foso caerá en él; Y al que revuelve la piedra, sobre él le volverá.
Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.
No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.
El que recoge en el verano es hombre entendido; El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.

Consejos

Aparta al impío de la presencia del rey, Y su trono se afirmará en justicia.
No te alabes delante del rey, Ni estés en el lugar de los grandes;
Porque mejor es que se te diga: Sube acá, Y no que seas humillado delante del príncipe A quien han mirado tus ojos.
No entres apresuradamente en pleito, No sea que no sepas qué hacer al fin, Después que tu prójimo te haya avergonzado.
Trata tu causa con tu compañero, Y no descubras el secreto a otro,
No sea que te deshonre el que lo oyere, Y tu infamia no pueda repararse.
El hombre saciado desprecia el panal de miel; Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.
¿Hallaste miel? Come lo que te basta, No sea que hastiado de ella la vomites.
Detén tu pie de la casa de tu vecino, No sea que hastiado de ti te aborrezca.
Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, Y si tuviere sed, dale de beber agua;
Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, Y Jehová te lo pagará.
Sin leña se apaga el fuego, Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
El carbón para brasas, y la leña para el fuego; Y el hombre rencilloso para encender contienda
Dice el perezoso: El león está en el camino; El león está en las calles.
Como la puerta gira sobre sus quicios, Así el perezoso se vuelve en su cama.
Mete el perezoso su mano en el plato; Se cansa de llevarla a su boca.
En su propia opinión el perezoso es más sabio Que siete que sepan aconsejar.
Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio;
La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor,
Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo;
Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.
No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.
Alábete el extraño, y no tu propia boca; El ajeno, y no los labios tuyos.
Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto.
Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.
Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.
El ungüento y el perfume alegran el corazón, Y el cordial consejo del amigo, al hombre.
No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me agravie.
Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, Y mira con cuidado por tus rebaños;
Porque las riquezas no duran para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?
Saldrá la grama, aparecerá la hierba, Y se segarán las hierbas de los montes.
Los corderos son para tus vestidos, Y los cabritos para el precio del campo;
Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.

Preceptos y amonestaciones

Cuando te sientes a comer con algún señor, Considera bien lo que está delante de ti,
Y pon cuchillo a tu garganta, Si tienes gran apetito.
No codicies sus manjares delicados, Porque es pan engañoso.
No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste.
¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas Como alas de águila, y volarán al cielo.
No comas pan con el avaro, Ni codicies sus manjares;
Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.
Vomitarás la parte que comiste, Y perderás tus suaves palabras.
No hables a oídos del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones.
No traspases el lindero antiguo, Ni entres en la heredad de los huérfanos;
Porque el defensor de ellos es el Fuerte, El cual juzgará la causa de ellos contra ti.
Aplica tu corazón a la enseñanza, Y tus oídos a las palabras de sabiduría.
No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá.
Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol.
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También a mí se me alegrará el corazón;
Mis entrañas también se alegrarán Cuando tus labios hablaren cosas rectas.
No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;
Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.
Oye, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne;
Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.
Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que engendra sabio se gozará con él.
Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz.
Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
Porque abismo profundo es la ramera, Y pozo angosto la extraña.
También ella, como robador, acecha, Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura.
No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, Y como áspid dará dolor.
Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.
Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la punta de un mastelero.
Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.
No tengas envidia de los hombres malos, Ni desees estar con ellos;
Porque su corazón piensa en robar, E iniquidad hablan sus labios.
Con sabiduría se edificará la casa, Y con prudencia se afirmará;
Y con ciencia se llenarán las cámaras De todo bien preciado y agradable.
El hombre sabio es fuerte, Y de pujante vigor el hombre docto.
Porque con ingenio harás la guerra, Y en la multitud de consejeros está la victoria.
Alta está para el insensato la sabiduría; En la puerta no abrirá él su boca.
Al que piensa hacer el mal, Le llamarán hombre de malos pensamientos.
El pensamiento del necio es pecado, Y abominación a los hombres el escarnecedor.
Si fueres flojo en el día de trabajo, Tu fuerza será reducida.
Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte.
Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras.
Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, Y el panal es dulce a tu paladar.
Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; Si la hallares tendrás recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada.
Oh impío, no aceches la tienda del justo, No saquees su cámara;
Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal.
Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;
No sea que Jehová lo mire, y le desagrade, Y aparte de sobre él su enojo.
No te entremetas con los malignos, Ni tengas envidia de los impíos;
Porque para el malo no habrá buen fin, Y la lámpara de los impíos será apagada.
Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; No te entremetas con los veleidosos;
Porque su quebrantamiento vendrá de repente; Y el quebrantamiento de ambos, ¿quién lo comprende?
También estos son dichos de los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno.
El que dijere al malo: Justo eres, Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;
Mas los que lo reprendieren tendrán felicidad, Y sobre ellos vendrá gran bendición.
Besados serán los labios Del que responde palabras rectas.
Prepara tus labores fuera, Y disponlas en tus campos, Y después edificarás tu casa.
No seas sin causa testigo contra tu prójimo, Y no lisonjees con tus labios.
No digas: Como me hizo, así le haré; Daré el pago al hombre según su obra.
Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;
Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida.
Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo.
Un poco de sueño, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;
Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre armado.

La mujer engañosa

Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, Y a la inteligencia llama parienta;
Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras.
Porque mirando yo por la ventana de mi casa, Por mi celosía,
Vi entre los simples, Consideré entre los jóvenes, A un joven falto de entendimiento,
El cual pasaba por la calle, junto a la esquina, E iba camino a la casa de ella,
A la tarde del día, cuando ya oscurecía, En la oscuridad y tinieblas de la noche.
Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, Con atavío de ramera y astuta de corazón.
Alborotadora y rencillosa, Sus pies no pueden estar en casa;
Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas, Acechando por todas las esquinas.
Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo:
Sacrificios de paz había prometido, Hoy he pagado mis votos;
Por tanto, he salido a encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.
He adornado mi cama con colchas Recamadas con cordoncillo de Egipto;
He perfumado mi cámara Con mirra, áloes y canela.
Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; Alegrémonos en amores.
Porque el marido no está en casa; Se ha ido a un largo viaje.
La bolsa de dinero llevó en su mano; El día señalado volverá a su casa.
Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios.
Al punto se marchó tras ella, Como va el buey al degolladero, Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
Como el ave que se apresura a la red, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón.
Ahora pues, hijos, oídme, Y estad atentos a las razones de mi boca.
No se aparte tu corazón a sus caminos; No yerres en sus veredas.
Porque a muchos ha hecho caer heridos, Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
Camino al Seol es su casa, Que conduce a las cámaras de la muerte.

La mujer virtuosa

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias.
Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.
Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos.
Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.
Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas.
Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos.
Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.
Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.
Aplica su mano al huso, Y sus manos a la rueca.
Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.
No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido.
Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader.
Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir.
Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.
Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.
Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:
Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos. 
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