La ley de Moises

Bien, este es un resumen de la ley de Moisés. La mayoria de la gente lamentablemente conoce solo los diez mandamientos y la ley del taleon "ojo por ojo diente por diente". Supongo que esto se debe a que nos estancamos revisando otros relatos del pentateuco, como el relato de las diez plagas. Por ello me tome el trabajo de hacer un resumen solo de lo que respecta a la ley en si.

En letras remarcadas puse lo que son los diez mandamientos estos están en el libro del éxodo y Deuteronomio. En el caso de Levítico se usa otra forma de expresión pero la esencia es la misma.
El libro de Números habla muy poco de la ley pero si cuenta acontecimientos ocurridos en el éxodo

Recomendación: Ya que llegaste hasta aquí disfruta de la lectura de esta ley que sin dudas es muy provechosa.



LA LEY DE MOISES

LOS 10 MANDAMIENTOS

Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
1-No tendrás dioses ajenos delante de mí.
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
2-No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
3-No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
4-Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;
mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
5-Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
6-No matarás.
7-No cometerás adulterio.
8-No hurtarás.
9-No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
10-No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

DEL LIBRO EXODO


Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.
No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.
Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.
Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.
No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

Estas son las leyes que les propondrás.
Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde.
Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él.
Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo.
Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lezna, y será su siervo para siempre.
Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos.
Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare.
Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas.
Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal.
Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero.

El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.
Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir.
Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera.
El que hiriere a su padre o a su madre, morirá.
Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá.
Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.
Además, si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y éste no muriere, pero cayere en cama;
si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen.
Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado; mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad.
Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces.
Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.
Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo.
Y si hiciere saltar un diente de su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre.
Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto.
Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño.
Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto.
Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a hija, conforme a este juicio se hará con él.
Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado.
Y si alguno abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno, el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo.
Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto.
Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo.

Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas.
Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte.
Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.
Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble.
Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará.
Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado.
Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón fuere hallado, pagará el doble.
Si el ladrón no fuere hallado, entonces el dueño de la casa será presentado a los jueces, para que se vea si ha metido su mano en los bienes de su prójimo.
En toda clase de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando alguno dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo.
Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y éste muriere o fuere estropeado, o fuere llevado sin verlo nadie; juramento de Jehová habrá entre ambos, de que no metió su mano a los bienes de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y el otro no pagará.
Mas si le hubiere sido hurtado, resarcirá a su dueño.
Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, le traerá testimonio, y no pagará lo arrebatado.
Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere estropeada o muerta, estando ausente su dueño, deberá pagarla.
Si el dueño estaba presente no la pagará. Si era alquilada, reciba el dueño el alquiler.

Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer.
Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme a la dote de las vírgenes.
A la hechicera no dejarás que viva.
Y cualquiera que cohabitara con bestia, morirá.
El que ofreciere sacrificio a dioses excepto solamente a Jehová, será muerto.
Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
A ninguna viuda ni huérfano afligiréis.
Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos.
Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura.
Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás.
Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso.
No injuriarás a los jueces [o, a Dios], ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.
No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos.
Lo mismo harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.
Y me seréis varones santos. No comeréis carne destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis.
No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.
No seguirás a los muchos para hacer mal, ni responderás en litigio inclinándote a los más para hacer agravios;
ni al pobre distinguirás en su causa.
Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo.
Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.
No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito.
De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío.
No recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven, y pervierte las palabras de los justos.
Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar.
Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero.
Y todo lo que os he dicho, guardadlo. Y nombre de otros dioses no mentaréis, ni se oirá de vuestra boca.
Tres veces en el año me celebraréis fiesta.
La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.
También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo.
Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Jehová el Señor.
No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la grosura de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana.
Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios. No guisarás el cabrito en la leche de su madre.

He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.
No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas.
Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.
No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días.
Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos.
Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti.
No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo.
Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.
Y fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Éufrates; porque pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti.
No harás alianza con ellos, ni con sus dioses.
En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo.

DEL LIBRO LEVITICOS

Leyes de santidad y de justicia.

Hablo Jehová a Moisés, diciendo:
Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.
Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo guardareis. Yo Jehová vuestro Dios.
No os volveréis a ídolos, ni haréis para vosotros dioses de fundición.
Yo Jehová vuestro Dios.
Y cuando ofreciereis sacrificios de ofrenda de paz a Jehová, ofrecerlo de tal manera que seáis acepto. Sera comido el día que lo ofreciereis, y al día siguiente; y lo que quedare para el tercer día, será quemado en el fuego.
Y si comiere al día tercero será abominación; no será acepto, y el que comiere llevara su delito, por cuanto profano lo santo de Jehová; y tal persona será cortada de su pueblo.

Cuando siegues la mies de tu tierra, no segaras hasta el último rincón de ella, ni espigaras tu tierra segada.
Y no rebuscaras tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña, para el pobre y para el extranjero lo dejaras. Yo Jehová vuestro Dios.
No hurtareis, y no engañareis ni mentiréis el uno al otro. Y no jurareis falsamente por mi nombre, profanando asi el nombre de tu Dios. Yo Jehová.
No oprimirás a tu prójimo ni le robaras. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.
No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová.
No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgaras a tu prójimo.
No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentaras contra  la vida de tu prójimo. Yo Jehová.
No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonaras con tu prójimo, para que no participes de su pecado.
No te vengaras, ni guardaras rencor a los hijos de tu pueblo, sino amaras a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.

Mis estatutos guardaras. No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembraras con mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla de hilos.
Si un hombre yaciere con una mujer que fuere sierva desposada con alguno, y no estuviere rescatada, ni le hubiere sido dada libertad, ambos serán azotados; no morirán, por cuanto ella no es libre.
Y él traerá a Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión, un carnero en expiación por su culpa.
Y con el carnero de la expiación lo reconciliará el sacerdote delante de Jehová, por su pecado que cometió; y se le perdonará su pecado que ha cometido. Y cuando entréis en la tierra, y plantéis toda clase de árboles frutales, consideraréis como incircunciso lo primero de su fruto; tres años os será incircunciso; su fruto no se comerá.
Y el cuarto año todo su fruto será consagrado en alabanzas a Jehová.
Mas al quinto año comeréis el fruto de él, para que os haga crecer su fruto. Yo Jehová vuestro Dios.
No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinos.  No haréis tonsura en vuestras cabezas, ni dañaréis la punta de vuestra barba.
Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo Jehová.
No contaminarás a tu hija haciéndola fornicar, para que no se prostituya la tierra y se llene de maldad.
Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová.
No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios.
Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.
Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis.
Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.
No hagáis injusticia en juicio, en medida de tierra, en peso ni en otra medida.
Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto.
Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo Jehová.

DEL LIBRO DEUTERONOMIO

El gran Mandamiento

Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.
Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás.
No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra.
No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah.
Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres; para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho.
Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó? entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa.
Jehová hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres.
Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy.
Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.

Lo que Dios Exige

Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?
He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.
Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día.
Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.
Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.
Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.
A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás.
Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.
Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.

Leyes relativas a los esclavos

Estas son las leyes que les darás:
Si compras un esclavo hebreo, trabajará durante seis años, pero al séptimo quedará libre, sin que tenga que pagar nada por su libertad.  Si llegó solo, se irá solo; si tenía mujer, su mujer se irá con él;  si su amo le da una mujer, y ella le da hijos o hijas, la mujer y los hijos serán de su amo, y el esclavo se irá solo.  Pero si el esclavo no acepta su libertad porque ama a su mujer, a sus hijos y a su amo,  entonces el amo lo llevará ante Dios, lo arrimará a la puerta o al marco de la puerta, y con un punzón le atravesará la oreja. Así será esclavo suyo para siempre.
Si alguien vende a su hija como esclava, ella no saldrá libre como los esclavos varones.  Si el amo decide no tomarla por esposa, porque la muchacha no le gusta, deberá permitir que paguen su rescate; pero aunque la rechace, no podrá venderla a ningún extranjero.  Si la da por esposa a su hijo, deberá tratarla como a una hija.  Si toma una segunda esposa, no reducirá la comida a la primera, ni la ropa, ni sus derechos de esposa.  Pero si no hace ninguna de estas tres cosas, ella quedará libre, sin tener que pagar nada por su libertad.

Leyes relativas a los esclavos  

Si alguno de tus compatriotas hebreos, sea hombre o mujer, se vende a ti como esclavo, sólo te servirá seis años; al séptimo año lo dejarás en libertad.  Y cuando lo despidas, no lo dejarás ir con las manos vacías,  sino que le darás animales de tu rebaño, y mucho trigo y vino; es decir, compartirás con él los bienes que el Señor tu Dios te haya dado.  No olvides que también tú fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te dio libertad. Por eso ahora te doy esta orden.
Pero si tu esclavo dice que no quiere dejarte, porque siente cariño por ti y por tu familia y porque le tratas bien, entonces tomarás un punzón y, arrimándole a la puerta de tu casa, le atravesarás la oreja; de esta manera será esclavo tuyo para siempre. Lo mismo harás si se trata de tu esclava. No te parezca mal dejar en libertad a tus esclavos, pues durante seis años te han servido por la mitad de lo que tú habrías pagado a un jornalero; además, el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas.

Leyes relativas a la administración de justicia

No des informes falsos, ni te hagas cómplice del malvado para ser testigo en favor de una injusticia.
No sigas a la mayoría en su maldad.
Cuando hayas de declarar en un caso legal, no te dejes llevar por la mayoría, inclinándote por lo que no es justo;  pero tampoco favorezcas indebidamente las demandas del pobre.
Si encuentras el buey o el asno que tu enemigo había perdido, devuélveselo. No dejes de ayudar a aquel que te odia; si ves que su asno cae bajo el peso de la carga, ayúdale a quitar la carga de encima.
No le desconozcas al pobre sus derechos en un asunto legal.
Apártate de las acusaciones falsas y no condenes a muerte al hombre inocente y sin culpa, porque yo no declararé inocente al culpable.
No aceptes soborno, porque el soborno vuelve ciegos a los hombres y hace que los inocentes pierdan el caso.
No oprimas al extranjero, pues vosotros fuisteis extranjeros en Egipto y ya sabéis lo que es vivir en otro país.

Leyes diversas

Si un hombre es condenado a morir colgado de un árbol por haber cometido un grave delito,  su cuerpo no deberá dejarse allí toda la noche, sino que tendrá que ser enterrado el mismo día, porque es maldito de Dios el que muere colgado de un árbol, y vosotros no debéis convertir en impura la tierra que el Señor vuestro Dios os va a dar en propiedad.
Si alguno de vosotros ve perdido el buey o el cordero de un compatriota, no debe desentenderse de ello, sino que lo llevará a su compatriota.  Pero si el dueño no es vecino ni conocido suyo, llevará el animal a su casa y lo tendrá allí hasta que su compatriota lo reclame; entonces deberá devolvérselo.  Lo mismo haréis con el asno, el manto o cualquier cosa que alguien pierda y que alguno de vosotros encuentre. No os desentendáis del asunto.
Si alguno de vosotros ve caído en el camino el asno o el buey de un compatriota, no debe desentenderse de ello, sino ayudarle a levantarlo.
La mujer no debe usar ropa de hombre ni el hombre ropa de mujer, porque al Señor le repugna todo aquel que hace estas cosas.
Si alguien encuentra en su camino algún nido de pájaros en un árbol o en el suelo, con polluelos o huevos, y la madre echada sobre ellos, no debe quedarse con la madre y los polluelos;  se quedará solo con los polluelos y dejará que la madre se vaya. Así será dichoso y tendrá una larga vida.
Cuando uno de vosotros construya una casa, le pondrá un muro de protección alrededor de la azotea; así evitará que su familia sea culpable de una muerte en caso de que alguien se caiga de la casa.
No sembréis en vuestro viñedo más de una clase de semilla, para que no se os impida usar tanto lo que sembrasteis como la cosecha entera del viñedo.
No aréis vuestro campo con una yunta formada por buey y asno.
No os pongáis ropa tejida con mezcla de lana y lino.
Poned borlas con flecos en las cuatro puntas del manto con que os cubrís.

Ley relativa a los falsos testigos

La acusación de un solo testigo no será suficiente para demostrar que una persona ha cometido un crimen, delito o falta. Solo valdrá la acusación cuando sea mantenida por dos o tres testigos.
Si algún malvado se presenta como testigo falso contra alguien y le acusa de haber cometido un delito,  las dos personas en pleito se presentarán entonces ante el Señor y ante los sacerdotes y jueces que en aquellos días estén en funciones.  Los jueces examinarán el caso con toda atención, y si resulta falsa la declaración presentada por el testigo contra la otra persona,  se le hará sufrir la misma sentencia que él quería para el otro. Así acabaréis con la maldad que haya en medio de vosotros.  Y cuando los demás lo sepan, tendrán miedo y no se atreverán a cometer una acción tan mala.  No tengáis compasión: cobrad vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

Leyes morales y religiosas

En caso de que alguien seduzca a una mujer virgen que no esté comprometida, y la deshonre, tendrá que pagar la compensación acostumbrada y casarse con ella.  Aun si el padre de la joven no quisiera dársela por esposa, tendría que pagar la dote que se acostumbra a dar por una mujer virgen.
No dejes con vida a ninguna hechicera.
El que se entregue a actos sexuales con un animal, será condenado a muerte.
El que ofrezca sacrificios a otros dioses, en vez de ofrecérselos solamente al Señor, será condenado a muerte.
No maltrates ni oprimas al extranjero, porque vosotros también fuisteis extranjeros en Egipto.
No maltrates a las viudas ni a los huérfanos,  porque si los maltratas y ellos me piden ayuda, yo iré en su ayuda,  y con gran furor, a golpe de espada, os quitaré la vida. Entonces quienes quedarán viudas o huérfanos serán vuestras mujeres y vuestros hijos.
Si prestas dinero a alguna persona pobre de mi pueblo que viva contigo, no te portes con ella como un prestamista, ni le cobres intereses.  Si esa persona te da su ropa como garantía del préstamo, devuélvesela al ponerse el sol,  porque esa ropa es lo único que tiene para protegerse del frío. Si no, ¿sobre qué habrá de acostarse? Y si él me pide ayuda, en su ayuda iré, porque yo sé tener compasión.
No ofendas nunca a Dios, ni maldigas al que gobierna a tu pueblo.
No tardes en traerme ofrendas de todas tus cosechas y de todo tu vino.
Me darás tu primogénito,  lo mismo que la primera cría de tus vacas y de tus ovejas. Pueden quedarse siete días con su madre, pero a los ocho días de nacidos me los darás.
Vosotros seréis hombres consagrados a mí.
No comáis la carne de animales despedazados por las fieras en el campo; echádsela a los perros.

Leyes relativas a acciones violentas

El que hiera a alguien y lo mate, será condenado a muerte.  Pero si no lo hizo a propósito, sino que estaba de Dios que muriese, yo te diré después a qué lugar podrá ir a refugiarse.  Pero al que se levante contra su prójimo y lo mate a sangre fría, lo buscarás aunque se refugie en mi altar, y lo condenarás a muerte.
El que hiera a su padre o a su madre, será condenado a muerte.
El que secuestre a una persona, ya sea que la haya vendido o que aún la tenga en su poder, será condenado a muerte.
El que insulte a su padre o a su madre, será condenado a muerte.
En caso de pelea, si un hombre hiere a otro de una pedrada o de un puñetazo, y le hace caer en cama, pero no lo mata,  el que hirió será declarado inocente tan sólo si el herido se levanta y puede salir a la calle con ayuda de un bastón, pero tendrá que pagarle las curaciones y el tiempo perdido.
Si alguien golpea con un palo a su esclavo o esclava y lo mata, se le hará pagar su crimen.  Pero si vive un día o más, ya no se le castigará, pues el esclavo es de su propiedad.
Si dos hombres se pelean y llegan a lastimar a una mujer embarazada, haciéndola abortar, aunque sin poner en peligro su vida, el culpable deberá pagar como multa lo que el marido de la mujer exija, según la decisión de los jueces.  Pero si la vida de la mujer es puesta en peligro, se exigirá vida por vida,  ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,  quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.
Si alguien golpea en el ojo a su esclavo o esclava y lo deja tuerto, tendrá que darle la libertad a cambio de su ojo.  Si le salta un diente, también tendrá que darle la libertad a cambio de su diente.

Leyes relativas a casos de accidente

Si un buey embiste a un hombre o a una mujer y le causa la muerte, se matará al buey a pedradas y no se comerá su carne, pero no se castigará al dueño del buey.  Pero si el buey tenía ya la costumbre de embestir y llega a matar a alguien, se le matará a pedradas, lo mismo que al dueño, si es que el dueño lo sabía pero no hacía caso.  Si en vez de la pena de muerte le imponen una multa, tendrá que pagar la multa que le impongan a cambio de su vida.  Esta misma ley vale tanto si el embestido es un muchacho como si es una muchacha.  Y si el buey embiste a un esclavo o a una esclava, se matará al buey a pedradas, y al amo del esclavo o de la esclava se le pagarán treinta monedas de plata.
Si alguien deja abierto un pozo, o cava un pozo y no lo tapa, y en él cae un buey o un asno,  el dueño del pozo tendrá que compensar al dueño del animal por esa pérdida, pero podrá quedarse con el animal muerto.
Si el buey de uno embiste y mata al buey de otro hombre, venderán el buey vivo y se repartirán por mitad el dinero y la carne del buey muerto.  Pero si se sabe que el buey tenía la costumbre de embestir y que su dueño no hacía caso, este tendrá que compensar al otro dueño con un buey vivo a cambio del muerto, y el buey muerto será para él.

Leyes relativas a la reparación de daños

 En caso de que alguien robe un buey o una oveja, y lo mate o lo venda, tendrá que pagar cinco reses por el buey y cuatro ovejas por la oveja.
Si un ladrón es sorprendido en el momento del robo, y se le hiere y muere, su muerte no se considerará asesinato.  Pero si ya es de día, su muerte sí se considerará asesinato.
El que robe tendrá que pagar el precio de lo que haya robado, y si no tiene dinero, él mismo será vendido para pagar lo robado.
Si se le encuentra el animal robado en su poder y con vida, tendrá que pagar el doble, sea un buey, un asno o una oveja.
Si alguien suelta a sus animales para que pasten en un campo o viñedo, y sus animales pastan en el campo de otro, tendrá que pagar el daño con lo mejor de su propio campo o de su propio viñedo.
Si alguien enciende fuego, y el fuego se extiende a las zarzas y quema el trigo amontonado, o el que está por recoger, o toda la siembra, esa persona tendrá que pagar los daños causados por el fuego.
Si alguien confía a otra persona dinero u objetos de valor, y a esta persona se los roban de su propia casa, el ladrón tendrá que pagar el doble, si es que lo encuentran;  pero si no lo encuentran, entonces el dueño de la casa será llevado ante Dios para ver si no ha echado mano de lo que el otro le confió.
Si alguien se apropia de un buey, un asno o una oveja, o de algún vestido, o de cualquier otra cosa que se haya perdido y que alguna persona reclame como suya, el caso de ambas personas se llevará ante Dios, y el que resulte culpable pagará el doble al otro.
Si alguien confía a otra persona un asno, un buey, una oveja o cualquier otro animal, y el animal muere, o es lastimado, o es robado sin que nadie lo vea,  esa persona hará un juramento al dueño, en el nombre del Señor, de que no echó mano de lo que el otro le confió. El dueño aceptará su palabra, y el otro no pagará nada.  Pero si le robaron el animal ante sus propios ojos, tendrá que pagárselo al dueño.  Si el animal fue despedazado por un animal salvaje, para no pagar nada se deberán presentar como prueba los restos del animal muerto.
Si alguien pide a otro que le preste un animal, y el animal muere o resulta lastimado sin estar presente el dueño, el que lo pidió prestado tendrá que pagar el daño;  pero si el dueño está presente, no tendrá que pagar nada. Si el animal había sido alquilado, el costo del alquiler será el único pago.

Ciudades de refugio

Cuando el Señor vuestro Dios haya destruido las naciones y os dé posesión de las tierras que ahora son suyas, y ocupéis sus ciudades y sus casas,  apartaréis tres ciudades del país que el Señor vuestro Dios os da en propiedad  y arreglaréis el camino que lleva a ellas. Además dividiréis en tres partes el territorio que el Señor vuestro Dios os da en posesión, para que todo aquel que mate a una persona pueda refugiarse en cualquiera de ellas.  El homicida podrá huir allí y salvar su vida, si demuestra que lo hizo sin intención y sin que hubiera enemistad entre ellos.  Por ejemplo, si alguien va con su compañero al bosque a cortar leña y, al dar el hachazo, se le escapa el hacha del mango y alcanza a su compañero y lo mata, podrá huir a una de esas ciudades, y de esta manera salvará su vida.  De lo contrario, si, siendo largo el camino, un pariente cercano del muerto, que quiera vengarlo, persigue con rabia al homicida, puede alcanzarle y matarle, cuando en realidad no merecía la muerte puesto que nunca antes habían sido enemigos.  Por eso os mando que apartéis tres ciudades; y cuando el Señor vuestro Dios ensanche vuestro territorio y os dé toda la tierra, tal como lo prometió a vuestros antepasados,  entonces añadiréis otras tres ciudades de refugio a las tres que ya teníais (siempre y cuando pongáis en práctica estos mandamientos que hoy os doy, o sea, que améis al Señor vuestro Dios y sigáis siempre sus caminos).  De esta manera no se derramará sangre inocente dentro de este país que el Señor vuestro Dios os da en propiedad, ni caerá sobre vosotros la responsabilidad de ninguna muerte.
Pero si un hombre es enemigo de otro, y le sigue los pasos, y llegada la ocasión se lanza sobre él y lo mata, y huye después a una de las ciudades de refugio, entonces los ancianos de su ciudad darán la orden de arrestarle y entregarle en manos del pariente más cercano del muerto, para que sea condenado a muerte. No tengáis compasión de él, y así evitaréis que se derrame sangre inocente en Israel. Entonces todas las cosas os saldrán bien.
En el país que el Señor vuestro Dios os va a dar respetaréis los límites de la propiedad de vuestros vecinos, tal como fueron fijados en tiempos pasados.

Leyes de guerra

Si al salir a combatir a vuestros enemigos veis que ellos cuentan con caballería y carros de guerra, y con un ejército más numeroso que el vuestro, no les tengáis miedo, pues vosotros contáis con el Señor vuestro Dios, que os sacó de Egipto.  Y cuando llegue la hora de la batalla, el sacerdote se dirigirá al ejército  y dirá: ‘Escuchad, israelitas, hoy vais a luchar contra vuestros enemigos. No os desaniméis ni tengáis miedo; no tembléis ni os asustéis,  porque el Señor vuestro Dios está con vosotros; él luchará contra vuestros enemigos y os dará la victoria.’
Luego hablarán los jefes, y dirán: ‘Si alguno de vosotros ha construido una casa nueva y todavía no ha vivido en ella, que se vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y otro sea quien la estrene.  Y si alguno de vosotros ha plantado un viñedo y aún no ha podido disfrutar de él, que se vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y otro sea quien recoja las uvas.  Y si alguien está comprometido en matrimonio y todavía no se ha casado, que se vuelva a su casa, no sea que muera en la lucha y otro se case con su prometida.’
Después los jefes se dirigirán de nuevo al ejército, y dirán: ‘Si alguno tiene miedo y le falta valor, que se vuelva a su casa, para que no acobarde también a sus compañeros.’  Y cuando los jefes hayan terminado de hablar, los capitanes se pondrán a la cabeza del ejército.
Cuando os acerquéis a una ciudad para atacarla, primero le propondréis la paz.  Si los habitantes de la ciudad aceptan la paz y os dejan entrar, entonces todos ellos os servirán como esclavos en trabajos forzados.  Pero si no hacen la paz con vosotros, sino que os declaran la guerra, rodearéis la ciudad y la atacaréis.  El Señor vuestro Dios la hará caer en vuestro poder, y mataréis a filo de espada a todos sus habitantes.  Las mujeres, los niños, el ganado y todo lo que haya en la ciudad será para vosotros; podréis disfrutar de todo lo que el Señor vuestro Dios os permita tomar del enemigo.  Esto mismo haréis con todas las ciudades que estén lejos de donde habitéis y que no formen parte de estas naciones.  Pero en las ciudades de estas naciones que el Señor vuestro Dios os da en propiedad no dejaréis a nadie con vida,  sino que destinaréis a la destrucción, como sacrificio al Señor, a los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, tal como él lo ha ordenado,  para que no os enseñen a hacer las mismas cosas horribles que ellos hacen en honor de sus dioses, y os hagan pecar contra el Señor vuestro Dios.
Si para tomar una ciudad tenéis que sitiarla por mucho tiempo, no derribéis sus árboles a golpe de hacha, pues necesitaréis sus frutos como alimento; además, son tan solo árboles del campo y no hombres que puedan defenderse de vuestro ataque.  Sin embargo, podréis derribar los árboles no frutales que os sirvan para sitiar la ciudad que estéis atacando, hasta que caiga en vuestro poder.

Ley relativa a los prisioneros de guerra

Cuando presentéis batalla contra vuestros enemigos y el Señor vuestro Dios los haga caer prisioneros en vuestras manos,  si alguno de vosotros ve entre ellos una mujer hermosa y se enamora de ella y la toma por esposa,  deberá llevarla a su casa y hará que se rape la cabeza, se corte las uñas,  se quite el vestido que llevaba cuando cayó prisionera y se quede a vivir en casa de él, llorando a sus padres durante todo un mes. Después de esto, el israelita podrá entrar en relaciones con ella: él será su marido y ella será su mujer.  Si después resulta que no le gusta, podrá dejarla en libertad; pero no podrá venderla por dinero ni tratarla como esclava, ya que la ha deshonrado.

Leyes sanitarias

Cuando estéis en guerra contra vuestros enemigos y hagáis vida de campaña, procurad no cometer ningún acto indecente. Si alguno de vosotros se encuentra en estado de impureza por haber tenido un derrame durante el sueño, deberá salir del campamento y no entrar en él en todo el día. Al caer la tarde se lavará con agua, y al ponerse el sol podrá entrar nuevamente en el campamento.
Para vuestras necesidades deberéis tener un lugar fuera del campamento.  En vuestro equipo llevaréis siempre una estaca, para que, cuando hayáis de hacer vuestras necesidades, cavéis un hoyo con la estaca, y luego, cuando hayáis terminado, tapéis con tierra el excremento.  Porque el Señor vuestro Dios anda entre vosotros, en el campamento, para protegeros y daros la victoria sobre vuestros enemigos; por lo tanto, vuestro campamento debe ser un lugar santo, para que Dios no vea ninguna cosa indecente en él, pues de lo contrario se apartaría de vosotros.

Normas relativas a casos de muerte sin explicación

Si en el país que el Señor vuestro Dios os va a dar en propiedad se encuentra en el campo el cadáver de una persona asesinada, sin que se sepa quién la mató,  los ancianos y los jueces calcularán la distancia que hay entre el lugar donde se encuentre el cadáver y las ciudades más cercanas.  Entonces los ancianos de la ciudad más cercana tomarán una ternera a la que todavía no se le haya puesto yugo,  la bajarán a un arroyo que siempre lleve agua y donde nunca se haya labrado ni sembrado, y allí mismo le quebrarán el cuello.
Después se acercarán los sacerdotes levitas, pues el Señor los eligió para que tengan a su cargo los servicios del culto y bendigan en el nombre del Señor. En todo caso de pleito o disputa, su decisión será definitiva.  Luego todos los ancianos de la ciudad se lavarán las manos sobre la ternera muerta, y harán esta declaración: ‘Nosotros no matamos a ese hombre ni vimos cómo lo mataron. Perdona, Señor, a tu pueblo Israel, que tú has rescatado, y no lo culpes de la muerte de un inocente.  Así no se os pedirá cuentas de la muerte de esa persona,  y vosotros haréis lo que es recto a los ojos del Señor y quitaréis de entre vosotros la culpa de esa muerte.

Los derechos del primogénito

Si un hombre tiene dos mujeres, y ama a una y a la otra no, pero las dos le dan hijos, y si el hijo primogénito es de la mujer a la que no ama,  cuando llegue el día en que ese hombre reparta sus bienes entre sus hijos no podrá otorgar los derechos de primogenitura al de la mujer que ama, pues perjudicaría al hijo de la mujer aborrecida, que es realmente el primogénito.  Tendrá que reconocer a este como primogénito y darle una doble parte de los bienes que le corresponden, porque él es el primer fruto de su fuerza y tiene todos los derechos de la primogenitura.

El castigo de los hijos desobedientes

Si alguien tiene un hijo desobediente y rebelde que no hace caso a lo que le dicen sus padres, y ni siquiera les obedece cuando le castigan,  sus padres le llevarán ante el tribunal de los ancianos de la ciudad,  y les dirán: ‘Nuestro hijo es desobediente y rebelde; no nos obedece en nada, es un pervertido y un borracho.’  Entonces todos los hombres de la ciudad lo matarán a pedradas. Así acabaréis con la maldad que haya en medio de vuestro pueblo y, al saberlo, los israelitas sentirán temor.

Leyes relativas a la castidad

Si un hombre toma a una mujer por esposa, y después de unirse a ella le pierde el cariño  y, alegando que ella le ha faltado, le crea mala fama diciendo: ‘Yo me casé con esta mujer, pero en nuestras relaciones me encontré con que ya no era virgen’,  entonces los padres de la joven tomarán la prueba de su virginidad y la presentarán al tribunal de los ancianos de la ciudad,  y el padre de la joven dirá a los ancianos: ‘Yo di mi hija por esposa a este hombre, pero ahora él ha dejado de quererla  y la acusa de haberle faltado, alegando que mi hija ya no era virgen. Sin embargo, aquí está la prueba de que sí lo era.’ Y diciendo esto, extenderá la sábana delante de los ancianos.  Entonces ellos apresarán al hombre y lo castigarán;  le condenarán a pagar una multa de cien monedas de plata, que entregará al padre de la joven por crearle mala fama a una muchacha virgen de Israel. Además ella seguirá siendo su mujer, y no podrá divorciarse de ella en toda su vida.
Pero si resulta cierto que la joven ya no era virgen,  la sacarán a las puertas de la casa de su padre y los hombres de la ciudad la matarán a pedradas, por cometer una maldad tan grande en Israel y haber deshonrado la propia casa de su padre. Así acabaréis con el mal que haya en medio de vosotros.
Si un hombre es sorprendido acostado con una mujer casada, los dos serán condenados a muerte. Así acabaréis con el mal que haya en Israel.
Si una muchacha virgen es prometida de un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella,  serán llevados los dos ante el tribunal de la ciudad, donde serán condenados a morir apedreados: la joven por no pedir socorro estando en plena ciudad, y el hombre por deshonrar a la mujer de su prójimo. Así acabaréis con el mal que haya en medio de vosotros.
Pero si un hombre encuentra en el campo a la prometida de otro y la obliga a acostarse con él, entonces solo se dará muerte al hombre que se acostó con ella.  A la joven no se le hará nada, porque no ha cometido ningún delito que merezca la muerte; se trata de un caso semejante al del hombre que ataca a otro hombre y lo mata; porque él encontró a la joven sola en el campo y, aunque ella hubiera gritado, nadie habría podido socorrerla.
Si un hombre encuentra a una muchacha virgen y sin compromiso de matrimonio, y la obliga a acostarse con él, y son descubiertos,  entonces el hombre tendrá que entregar al padre de la joven cincuenta monedas de plata; y, como la ha deshonrado, tendrá que tomarla por mujer y no podrá divorciarse de ella en toda su vida.
Nadie debe tener relaciones sexuales con la mujer de su padre, pues con ello lo deshonra.

Leyes relativas al divorcio

Si un hombre toma a una mujer y se casa con ella, pero después resulta que no le gusta por haber encontrado en ella algo indecente, le dará por escrito un certificado de divorcio y la despedirá de su casa.  Ella, después de abandonar la casa, podrá casarse con otro;  pero si su segundo marido también llega a despreciarla y le entrega un certificado de divorcio, despidiéndola de su casa, o si este segundo marido se muere,  entonces el que fue su primer marido no podrá volver a casarse con ella, debido al estado de impureza en que ella se encuentra; esto sería un acto repugnante para el Señor, y vosotros no debéis deshonrar el país que el Señor vuestro Dios os da en propiedad.

Los excluidos de la comunidad israelita

El que tenga los testículos aplastados o amputado su miembro viril, no podrá ser admitido en la congregación del Señor.
El hijo bastardo no podrá ser admitido en la congregación del Señor, ni aun después de la décima generación.
Los amonitas y los moabitas no serán nunca admitidos en la congregación del Señor, ni aun después de la décima generación;  porque cuando pasasteis por su territorio después de haber salido de Egipto, ellos no os ofrecieron agua ni alimentos; además pagaron a Balaam, hijo de Beor, que venía de Petor de Mesopotamia, para que pronunciara una maldición contra vosotros.  Pero el Señor vuestro Dios no escuchó a Balaam, sino que convirtió su maldición en una bendición para vosotros, porque os ama.  No busquéis, pues, ni la paz ni el bienestar de ellos en todos los días de vuestra vida.
Ahora bien, no debéis despreciar a los edomitas, porque son parientes vuestros; ni tampoco a los egipcios, porque vosotros vivisteis en su país;  la tercera generación de sus descendientes podrá entrar a formar parte de la congregación del Señor.

Leyes de asilo

Si un esclavo huye de su amo y os pide asilo, no lo entreguéis a su antiguo dueño.  Dejadle que se quede a vivir con vosotros en la ciudad que más le guste y en el lugar que él escoja, y nadie deberá molestarle.

Prohibición de la prostitución cúltica

Ningún hombre ni mujer israelita se entregará a la prostitución practicada en cultos paganos.  No permitáis que en el templo del Señor vuestro Dios se pague una promesa con el dinero ganado en semejante clase de prostitución, porque esa práctica repugna al Señor.
No exigiréis de un compatriota que os pague interés por el préstamo que le hayáis hecho, sea de dinero, de comestibles o de cualquiera de las cosas que se prestan cobrando interés.  Al extranjero podréis exigirle que os pague interés sobre un préstamo, pero no debéis hacerlo a un compatriota. Así el Señor vuestro Dios os bendecirá en todo lo que hagáis en el país que vais a ocupar.
Cuando hagáis una promesa al Señor vuestro Dios, no tardéis en cumplirla, pues tened por seguro que el Señor vuestro Dios os pedirá cuentas de ello, y seréis culpables de pecado.  Si no hacéis ninguna promesa, no cometeréis ningún pecado;  pero si de una manera voluntaria hacéis una promesa al Señor vuestro Dios, entonces deberéis cumplirla.
Cuando entréis en la viña de vuestro prójimo, podréis comer todas las uvas que queráis, pero no podréis llevaros ninguna en la cesta.  Si entráis en su trigal, podréis arrancar espigas con la mano, pero no segar el trigo con una hoz.

Leyes diversas

Si un hombre está recién casado, no irá a la guerra ni se le hará cumplir ninguna otra clase de servicio durante un año; así podrá estar libre en su casa todo ese tiempo, para felicidad de su mujer.
No pidáis a nadie en prenda su molino de mano o la piedra de moler, pues eso sería como pedirle en prenda su propia vida.
Si un israelita es sorprendido raptando a un compatriota para convertirlo en esclavo o para venderlo, se le condenará a muerte, para acabar así con la maldad que haya en medio de vosotros.
En caso de lepra, cumplid fielmente todas las instrucciones que os den los sacerdotes levitas. Debéis hacerlo todo tal y como yo os lo he ordenado.  Recordad lo que hizo el Señor vuestro Dios con María, en el camino, después de vuestra salida de Egipto.
Si hacéis un préstamo a vuestro prójimo, no entréis en su casa para tomar ninguna prenda suya.  Quedaos fuera y esperad a que él saque lo que va a daros en prenda. Y si se trata de una persona pobre, no le retengáis la prenda durante la noche;  tenéis que devolvérsela a la puesta del sol, para que pueda taparse con su manto cuando se vaya a dormir. Así él os bendecirá y vosotros haréis una buena acción delante del Señor vuestro Dios.
No explotéis al que se halle en la miseria, ni le retengáis su paga, ya sea que se trate de un compatriota vuestro o de un extranjero que habite en alguna de vuestras ciudades.  Pagadle su jornal el mismo día, antes de ponerse el sol, porque es pobre y necesita ese dinero para vivir. De otra manera, clamará contra vosotros al Señor y seréis culpables de pecado.
Los padres no podrán ser condenados a muerte a causa de lo hecho por sus hijos, ni los hijos a causa de lo hecho por sus padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.
No cometáis injusticia alguna con los extranjeros ni con los huérfanos, ni tampoco toméis en prenda la ropa de las viudas.  No olvidéis que vosotros fuisteis esclavos en Egipto y que el Señor vuestro Dios os sacó de allí; por eso os ordeno que cumpláis todo esto.
Si al recoger la cosecha de vuestro campo os dejáis olvidado en él un manojo de trigo, no regreséis a buscarlo; dejadlo para que lo recoja algún extranjero de los que viven entre vosotros, o algún huérfano o alguna viuda, a fin de que el Señor vuestro Dios os bendiga en todo lo que hagáis.
Cuando recojáis las aceitunas de vuestros olivos, no repaséis cada una de las ramas; las aceitunas que queden, dejadlas para los extranjeros, los huérfanos y las viudas.
Al vendimiar las uvas de vuestra viña, no repaséis cada una de las vides; lo que quede, dejadlo para los extranjeros, los huérfanos y las viudas. Recordad que también vosotros fuisteis esclavos en Egipto; por eso os ordeno que cumpláis todo esto.
Cuando entre algunos de vosotros haya un pleito, los implicados se presentarán ante el tribunal para que se les juzgue, y los jueces declararán inocente al que lo sea y condenarán al culpable.  Si el culpable merece ser azotado, el juez ordenará que se le tienda en el suelo y que, en su presencia, se le apliquen los azotes que merezca la falta cometida.  En ningún caso se aplicarán más de cuarenta azotes, para evitar que aquel compatriota sufra un castigo demasiado duro y se sienta humillado ante vosotros.
No le pongáis bozal al buey cuando esté trillando el grano

El año del perdón de deudas

Cada siete años perdonarás lo que otros te deban.
Este perdón consistirá en lo siguiente: Todo aquel que haya prestado algo a su prójimo, le perdonará lo que le haya prestado. No exigirá a su prójimo o a su compatriota que le pague, porque será proclamado el año del perdón de deudas en honor del Señor.  Al extranjero le podrás exigir que te pague el préstamo que le hiciste, pero a tu compatriota deberás perdonarle lo que haya recibido de ti.  De esta manera no habrá pobres entre vosotros, pues el Señor tu Dios te bendecirá en el país que él te va a dar como herencia, siempre y cuando le obedezcas y pongas en práctica todos estos mandamientos que yo te he dado hoy.  Sí, el Señor tu Dios te bendecirá, tal como te lo ha prometido; y tendrás para prestar a muchas naciones, pero tú no tendrás que pedir prestado. Dominarás a muchas naciones, pero ellas no te dominarán a ti.
Si hay algún pobre entre tus compatriotas en alguna de las ciudades del país que el Señor tu Dios te da, no seas inhumano ni niegues tu ayuda a ese compatriota necesitado;  al contrario, sé generoso con él y préstale lo que necesite.  No des lugar en tu mente a este malvado pensamiento: ‘Ya está cerca el año séptimo, el año en que se perdonan las deudas’, y entonces pongas mala cara a tu compatriota que se halla en la pobreza, y no le prestes nada; porque él clamará contra ti al Señor, y tal acción se te contará como pecado.  Debes ayudarle siempre y sin que te pese, porque por esta acción el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas y emprendas.  Nunca dejará de haber necesitados en la tierra, y por eso yo te mando que seas generoso con aquellos compatriotas tuyos que sufran pobreza y miseria en tu país.

El descanso obligatorio

Cultiva la tierra y recoge las cosechas durante seis años,  pero el séptimo año no la cultives: déjala descansar, para que la gente pobre de tu país coma de ella y para que los animales salvajes coman lo que sobre. Haz lo mismo con tus viñedos y tus olivos.
Haz durante seis días todo lo que tengas que hacer, pero descansa el día séptimo, para que descansen también tu buey y tu asno, y recobren sus fuerzas tu esclavo y el extranjero.
Cumplid todo lo que os he dicho, y que jamás se escuche de vuestros labios el nombre de otros dioses.

Ofrenda del diezmo

Cuando llegue el tercer año, que es cuando se da la décima parte de todo, y cuando ya hayas apartado la décima parte de todos tus frutos y se la hayas dado a los levitas y a los extranjeros que viven en tu país, y a los huérfanos y las viudas, para que puedan comer en tus poblaciones todo lo que quieran,  declararás ante el Señor tu Dios:
‘Ya he apartado de mi casa la parte de la cosecha que debe ser consagrada, y la he repartido entre los levitas y extranjeros que viven en nuestro país, y entre los huérfanos y las viudas, cumpliendo todo lo que tú me mandaste y sin desobedecer ni olvidar ninguno de tus mandamientos.  No he comido nada de ello mientras estuve de luto o en estado de impureza, ni lo he ofrecido a los muertos. Señor, mi Dios, te he obedecido y he cumplido todo lo que me has ordenado. Mira desde los cielos, desde tu santa mansión, y bendice a tu pueblo Israel y al país que nos has dado, donde la leche y la miel corren como el agua, tal como lo prometiste a nuestros antepasados.’

Instrucciones relativas al diezmo

Cada año, sin falta, apartaréis la décima parte de todo el grano que cosechéis.  De esa décima parte de trigo, de vino y de aceite, y de las primeras crías de vuestras vacas y ovejas, comeréis delante del Señor vuestro Dios en el lugar que él escoja como residencia de su nombre, para que aprendáis a reverenciar siempre al Señor.  Y si el Señor os bendice, pero vosotros tenéis que hacer un largo viaje para llevar esa décima parte porque vivís muy lejos del lugar que el Señor ha escogido para poner allí su nombre,  entonces venderéis esa décima parte, y el dinero de la venta lo llevaréis al lugar que el Señor haya escogido.  Con ese dinero compraréis allí lo que creáis más conveniente: bueyes, ovejas, vino o cualquier licor; en fin, lo que queráis, y lo comeréis allí, delante del Señor vuestro Dios, y haréis fiesta junto con vuestras familias.
No desamparéis nunca a los levitas que vivan en vuestra población, ya que a ellos no les ha tocado tener su propia tierra como a vosotros.
Cada tres años apartaréis la décima parte de vuestra cosecha del año y la almacenaréis en vuestra ciudad,  para que cuando vengan los levitas, a quienes no les ha tocado tener su propia tierra, o los extranjeros que viven entre vosotros, o los huérfanos y las viudas, puedan comer hasta quedar satisfechos. Así el Señor vuestro Dios os bendecirá en todo lo que hagáis.

Primicias y diezmos

Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites, entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre.
Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: Declaro hoy a Jehová tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría.
Y el sacerdote tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar de Jehová tu Dios.
Entonces hablarás y dirás delante de Jehová tu Dios: Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa; y los egipcios nos maltrataron y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre.
Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión; y Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales y con milagros; y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel.
Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios.
Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti.
Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán.
Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos.
No he comido de ello en mi luto, ni he gastado de ello estando yo inmundo, ni de ello he ofrecido a los muertos; he obedecido a la voz de Jehová mi Dios, he hecho conforme a todo lo que me has mandado.
Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel.
Jehová tu Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma.
Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz.
Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho. 

COMENTA CON:

No hay comentarios